martes, 1 de diciembre de 2015

Crítica: La peste (1947) [Albert Camus]

Nota introductoria indeseable y prescindible:

Curiosamente, el contexto social en el que lo leí fue durante la crisis del Ébola española. Pasó por aquí fugazmente de vacaciones y luego volvió a su lugar de trabajo, el centro-oeste y el oeste africano. Pero eso ya no merece noticia; ha ido disipándose de los telediarios como por arte de magia desde que en el estado se recuperó la última persona con ébola, Teresa Romero, especialista en enfermedades contagiosas. Cuestión de prioridades blancas. Algo parecido pasó con los 2000 muertos en Nigeria por el Bocko Haram, algo muy parecido...
Bueno, lo siento; esto no tenía una intención articulista, si no de hacer una reseña/análisis de una de las obras más reconocidas de A. Camus.

La peste es el retrato de una ciudad sofocada por la aparición de una incuantificable plaga de ratas que ningún esfuerzo humano hubiera podido erradicar y, con su consecuencia lógica, la transmisión de la peste, la conquista de la muerte y el reinado de una desesperación desoladora.

Se alza un telón de pesimismo, el panorama es grisáceo y no cabe en cabeza alguna una solución efectiva y real. Es el momento cuando se da lugar al aislamiento, cuando el hombre se desvanece, lentamente.

Es el tema más desquiciante, el de la soledad y su agravio, la psicosis de un mal casi inevitable; un enemigo invisible y posiblemente más peligroso que la propia plaga, ya que este sólo necesita la ansiedad para padecerse. Oyes los gritos, ves arrastrar a tus vecinos putrefactos por la calle, oscuridad, sollozos, los disparos incesantes...

Un pequeño personaje dentro de un desastre tan fatídico sirve a Camus para transmitirnos lo que parece una epopeya profesionalista. Un médico que no se resigna a pudrirse en sus cuatro paredes e intenta aprovechar sus fuerzas para que otros vivan un día más. Es la esperanza, la luz en un mar de tinieblas, dónde la calidez viene de la bondad, que olvida todo pasaje oscuro de la historia. Este pequeño enfoque libra a la historia de quedar como una mera descripción de un contexto, meticulosamente cuidado.

Avanzando dentro historia, se va materializando una pesadez intermitente por lo repetitiva que llega a ser la sugestión al lector en lo referido a la atmósfera y la idea central (por otro lado, el verdadero baluarte de la historia). No obstante, los cambios en las misma están detalladas de una manera minuciosa excepcional; de la misma manera, los espacios físicos son muy visuales así, como los sentimientos de los personajes y las sensaciones al pasar por un lugar determinado, te transportan literalmente a la piel de los allí presentes. Como era de esperar, existe fuertes reflexiones existencialistas.

Algunas personas dotaron de similitud la historia con la época del Holocusto, anterior al escrito y muy versemblante: el asesinato exponencial de las ratas, la crueldad que les esperaba a aquellos que contrariaran las órdenes de aislamiento con el exterior... Podemos también ver una similitud generalizada con el impacto que crea un estado represivo en la población expuesta al mismo, o la ardua vida, que tan bien sabe limitarnos sin mediar palabra.

Pocos saben transmitir de esa manera. Se hizo un poco largo y costoso; hay bastantes detalles realmente superfluos y repetitivos.