lunes, 7 de noviembre de 2016

Sauce ciego, mujer dormida [Haruki Murakami]

Sauce ciego, mujer dormida es una colección de cuentos del autor japonés Haruki Murakami, compuesta por veinticuatro relatos independientes que el escritor ha reunido en 2006 bajo el nombre de su relato «Sauce ciego, mujer dormida» de 1983/1995.
Los relatos mezclan realidad con ficción y están inspirados en objetos o situaciones insignificantes, cotidianas, a los que se cambia completamente el contexto para desarrollar todo un escenario nuevo para los mismos.
Contiene un prólogo del propio autor donde hace una cantidad de alusiones a los procesos creativos entre sus cuentos y sus novelas. Algunas citas del prólogo:
"Por decirlo de la forma más sencilla posible, para mí escribir novelas es un reto; escribir cuentos, un placer."  
"Si escribir novelas es como plantar un bosque, entonces escribir cuentos se parece más a plantar un jardín."
En el libro, en mi opinión, hay dos tipos de escritos: los totalmente absurdos, los absurdamente buenos y los buenos, sin más. Cómo es difícil distinguirlos generalmente, he decidido simplemente citar los que más me han gustado, los que considero casi perfectas:

  1. Una piedra con forma de riñón que se desplaza día tras día
  2. Náusea, 1979
  3. Avión... o cómo hablaba él a solas como si recitara un poema
  4. El folclore de nuestra generación: prehistoria del estadio avanzado del capitalismo
  5. En cualquier lugar donde parezca que esto pueda hallarse
  6. Tony Takitani
  7. Viajero por azar


A continuación, cada historia que contiene el libro con su correspondiente comentario según mis vagas opiniones:

Sauce ciego, mujer dormida
Acompañar a un familiar al hospital provoca un ataque de melancolía, una retrospección enfocada en la amistad. En resumen: el primo es tonto pero lejanamente entrañable... en la pareja, la mujer está absurdamente pirada. Con estos últimos, se aprecia una conversación forzosa y, eso, absurda... El relato parecía más una práctica de escritura que algo tangible para la mente -ya se me ha contagiado el murakamismo-. No sé, me dejó muy no sé lo que acabo de leer. Regulín regulag.

La chica del cumpleaños
La camarera que tuvo que pasar su cumpleaños trabajando, para sufrir una experiencia absurda o provechosa, según cómo se mire.

Me gustan las descripciones de todo lo que envuelve el mundo de la hostelería -es TAN minucioso este Murakami...-, casi tanto como ese final sutil, donde se desdibuja lo real de lo imaginario con gran sarcasmo -o no, al ser final abierto.


La tragedia de la mina de carbón de Nueva York
La muerte de tus amigos siempre es un buen momento para recordar al amigo que te presta el traje de entierros... todo un personaje -un poco cutre, de lo extraño que es...-. Me gusta la escueta descripción de las muertes y el poco significado que tienen para el personaje. Es un momento bastante crudo y lo trata como algo baladí, metódico, con rigor científico; ley de vida.
En esta misma historia aparece una mujer fatal, que en una discreta página y media por el final, nos deja en ascuas... queríamos más de ella, tan alocada, elocuente, grotesca... de esas personas que te sorprenden en cada frase, pero, a costa de dejarte perplejo, congelado, en una disputa en la que no sabes si echar a correr o casarte con ella. Impresionante.
"El final es una excusa para un título". El señor escribió un glorioso párrafo pero no sabía dónde ponerlo... qué cosas. Por cosas como estas, este escritor no es comparable a los demás.


Avión... o cómo hablaba él a solas como si recitara un poema
La infidelidad continuada es un proceso por el cual se crea una nueva rutina... un segundo marido o un marido de verdad -en cuanto a las personas casadas-. El placer apacigua pero el estar con alguien (la compañía), es el hecho determinante, ya sea para expresarse de otra manera, con otra persona o expresarse, propiamente.
El personaje masculino es absurdo, tal cual (tremendamente absurdo, incluso en sus debates internos), pese a que su visión de la realidad es bastante objetiva. Con el femenino se empatiza mucho porque la envuelve un halo de tristeza.
Final nefasto. El resto atrapa bastante.


El espejo
Esta vez, Murakami se decanta por la narración retrospectiva de un vigilante nocturno de escuela. Un día pasa algo raro, sin más.
¿Cómo puede ser tan profundo y abyecto un espejo? Dentro del aburrimiento generalizado, se desmelena una corta tensión por el final con un resultado bastante satisfactorio -y una coletilla bastante graciosa-; la explicativa se torna muy filosófica y profunda. Vale la pena por ello...

La cuestión es que este señor no creía en los sucesos paranormales... ¿o sigue sin creer en ellos?


El folclore de nuestra generación: prehistoria del estadio avanzado del capitalismo
Este relato semiautobiográfico trata sobre todo lo que rodeaba a Murakami en su época del colegio y de la universidad (los cambios político-sociales y culturales de los años 60, alguna gente de clase...). Después de redactar una pequeña disertación introductoria general sobre las vertientes de estos cambios y el contraste con lo conservador en la gente universitaria de su época (también a partir de los 18, como en España), se centra en la vida de un compañero de clase suyo con el cual coincidió varias veces fuera de las aulas -en ellas, nunca se había dirigido la palabra-. Este señor formaba parte de la élite estudiantil: popular, buenas notas, padres adinerados, buen deportista, disciplinado pero carente de profundidad. En un principio, cualquier persona podría argumentar que este señor tenía una vida fetén y ya encaminada, pero, como suele decirse, nada es lo que parece. Y no lo digo porque todo eso no sea cierto. Lo digo porque lo que pasa en el fuero interno de casa persona es determinante para que todo funcione como la seda.
Cómo una quimera tan irrelevante deja a un ser tan perfecto tan vacío...

Os dejo esta cita que me ha parecido graciosa: <<Algunas mujeres veían el sexo como una especie de deporte...>> (Por supuesto, es eso; contextualmente tronchante.)

Es la mejor historia que he leído por ahora de este libro. Imprescindible. El choque de los dos mundos y el mismo resultado en ambos. Fantástico.



El cuchillo de caza
Un hombre está de vacaciones con su esposa en un hotel a orillas del mar.
Me encantan las descripciones del principio del mar y la señora gorda. A partir de cuando la señora habla, se acabó la historia para mí.


Un día perfecto para los canguros
Una pareja va a un zoológico a ver una cría de canguro. ¿Cómo puede captar tan precisamente el paso del tiempo? Y luego, un absurdo diálogo... poco más.


Somorgujo
Relato onírico donde un hombre aparece en un edificio laberíntico hasta que encuentra un guardián que requiere una contraseña. Descripciones elocuentes, soberbias... y las conversaciones excéntricas, como siempre. Pequeño guiño a Kafka, concretamente a El proceso.


Los gatos antropófagos
El relato en un periódico griego de unos gatos antropófagos que se han comido a su dueña es el inicio con el que se presenta la vida de unas personan en una isla griega. Este relato es casi el mismo que aparece en una parte de Sputnik, mi amor, otra obra del autor, pero cambiando los personajes. Interesante y bien escrita.


La tía pobre
Esta vez nos sumerge en un interesante relato de un hombre que, después de reflexionar sobre las "tías pobres" -quería escribir sobre ellas, sin más-, le aparece en la espalda un ente conceptual, el cual cada persona percibe con diferente forma.
Redacción intachable sobre surrealismo.


Náusea, 1979
Creo que esta es la historia mejor estructurada, más coherente, entretenida y con un punto de partida magnífico. Además, mantiene el ritmo durante todo el texto y, el excentricismo y la ficción, quedan relevados a un papel anecdótico -ya era hora-.

Una narrador nos presenta a un mujeriego, atado al alcohol, a los vómitos y que recibe extrañas llamadas a altas horas de la noche. Luego, el mujeriego, se presenta a si mismo y cuenta la historia de los vómitos.

Murakami en toda su esencia.


El séptimo hombre
Como un hombre superó una experiencia traumática relacionada con un tifón... El barullo meteorológico se siente en la piel pero... ojala se hubiera quedado sólo en esas descripciones precisas.


El año de los espaguetis
Espaguetis y soledad... mmm.


Tony Takitani
Un retrato de la obsesión y la soledad. Una de las más dramáticas y certeras.


Conitos
Qué gore. Todo por unos pastelitos... Bastante original, breve y entretenida.


El hombre de hielo
¿Un idilio romántico con un hombre de hielo? Oh, cielos.
Bien, pero sin pasarse.


Cangrejo
Me encanta el párrafo que describe a la mujer durmiendo. Todo lo otro... bien, supongo... pero ese final, ese giro de guión, brusquedad nivel filósofo loco... no.


La luciérnaga
Un fragmento de Tokio Blues. Fue el inicio de todo esta obsesión mía con el mediocre surrealista de Murakami. Precioso, cercano, realista. (En menuda pocilga vivían aquellos chicos...).


Viajero por azar
Este es el escrito más real y personal, pues son anécdotas reales de la vida de Murakami y cercanos, relacionadas con las coincidencias. Me encantó el relato del afinador de pianos. Minucioso...

Hanalei Bay
Tu hijo pierde una pierna, pierdes a tu hijo pero ganas un nuevo destino turístico. Aún te queda tu intachable talento musical (se nota en la redacción que ha desarrollado incontables veces estas cualidades, como también ha demostrado en esta recopilación), un negocio y una vida por recorrer.
Se me hizo demasiado breve para el esplendoroso estilo aventurero que estaba tomando forma. Muy buena. Lo ficticio y una de las coletillas finales son muy solubles con el resto de la historia, como si te pegaran un certero puntapié en la clavícula.


En cualquier lugar donde parezca que esto pueda hallarse
Es la primera vez que veo a Murakami inmiscuirse en el género thriller desde la perspectiva de un detective "reprochable" y sin trasfondo vital. Ha sido un soplo de aire fresco. Trata la incongruente desaparición de un hombre cuando salió por la puerta de su casa. La historia relata la búsqueda de pesquisas de un detective mientras va hablando con cada persona que se haya en ese singular emplazamiento (un rascacielos).

La sutileza del personaje protagonista, la forma de pensar y esta investigación desapasionada, conlleva que esta sea una de mis historia favoritas. Ganan mucho los diálogos de Murakami, siempre lo he dicho. La conversación con la niña es super divertido. No sé como consigue llegar a ser tan cercano a la realidad cotidiana... Imprescindible.


Una piedra con forma de riñón que se desplaza día tras día
Otra historia que queda como una de mis favoritas. Todo comienza con una simple frase del padre de un chaval que marcará la vida de este último en el sentido relacional con las mujeres. De esta manera, la relación con una de ellas será el foco de la narración -además de la historia surrealista que le da nombre al título, curiosamente relacionada-.

Me quito el sombrero. Posiblemente los diálogos sean los mejores que he leído del autor a mi gusto. Son demasiado cercanos e intelectuales a la vez. El trabajado personaje de la mujer es elocuente, misterioso, además de afable; Murakami tiene el poder de hacer conectar a dos personajes sin que ninguna frase suene forzada o tremendamente absurda como ha conseguido ya otras veces (jaja). Cuando caen en "la rutina" es cuando se pone todo realmente interesante, mientras germina esa subhistoria peculiar sobre una piedra, mientras todo choca entre si para hablar "casi" de lo mismo.
Visto de lejos, el diálogo dice bastante de la mujer, más de lo que nadie podía imaginar. ¿Quién iba a pensar algo así? Murakami.


El mono de Shinagawa
Pues una persona que no recuerda su nombre por culpa de... oh, venga, por favor. Es muy absurdo. Te has pasado.
Por lo menos, los diálogos son realistas y contundentes.

martes, 30 de agosto de 2016

Una fría despedida

Se oyen unas voces desde fuera. Una gran puerta metálica se abre y entra un trabajador. Se le ha asignado la tarea de trasladar unas cajas.
Cundo las está recogiendo, el empresario, al otro lado de la puerta, la cierra. El trabajador se queda extrañado y confuso. El empresario, desde una pequeña ventana a la altura de los ojos, situada en medio de la puerta, le señala, sin cambiar el rostro afable, en dirección a donde están las cajas, encima de una estantería metálica. Con un tono sereno, masculla unas palabras: <<Esto es lo que acaba de suceder>>. El trabajador se fija debajo de las cajas, ambas con una longitud de dos palmas de una mano corriente, donde hay un papel que sobresale. Al parecer contiene algo escrito. El empresario le comunica que lea el escrito. El trabajador posa entre sus dedos el papel y empieza a analizar el mensaje de tinta. Rápidamente, se vuelve notablemente inquieto; le tiembla el pulso. Deja el papel con cuidado en la misma posición que lo había encontrado mientras su mano tiembla ligeramente. Empieza a saltar y a tirarse del pelo. Parece un lunático. Acto seguido, empieza a desgañitarse delante de la ventana, a la par que suelta al aire un montón de frías palabras ininteligibles mientras pega ferozmente con la base del puño a la ventanilla, repetidamente. El empresario abandona el cristal arrastrando una mueca de satisfacción vil. Vuelve a su despacho, desde donde lo ve y controla todo.

A la hora del almuerzo, unos subalternos se desplazan hasta la mesa donde está comiendo el empresario. Ambos le preguntan educadamente si tiene un momento para responder a una duda. El empresario no dice nada y actúa como si no los hubiera oído. Se acaba de un mordisco el resto del sándwich que le quedaba y responde a la propuesta:
- Sí, ahora sí -dice sin mirarlos, mientras aún saborea los restos del último trozo en su boca.
Ambos subalternos se sientan con rectitud.
- ¿Por qué le ha hecho eso a ese trabajador? -pregunta uno de ellos con cierto grado de indecisión e inseguridad.
- Simplemente porque era muy exagerado e infantil. Por eso ha sido despedido.
- Pero... señor, eso no era la puerta de salida; eso era la puerta de la cámara frigorífica... aunque tal vez esté exagerando.
- ¿Entonces qué espera usted a entrar? -lo mira, desafiante-. Vaya que si está exagerando...

El subalterno que alzó la voz se dirige, resignado, a la cámara, y se encierra allí, con el cuerpo de un niño congelado, hecho, ahora, un ovillo de hielo. Coge la nota, pero ya no hay sorpresas para él:

<<ACABA USTED DE SER DESPEDIDO.

>>POR FAVOR, DEJE LA NOTA EN EL MISMO LUGAR QUE LA ENCONTRÓ COMO SÍNTOMA DE CIVISMO.>>